Primera lectura
Lectura del libro de
Isaías
Esto dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo».
Salmo
R/. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales. R/.
Así
preparas la tierra. Riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los
deja mullidos, bendices sus brotes. R/.
Coronas
el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría. R/.
Las praderas se cubren de
rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Romanos
Hermanos:
Porque sabemos que hasta hoy toda la creación está gimiendo y
sufre dolores de parto. Y no solo eso, sino que también nosotros, que poseemos
las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la adopción
filial, la redención de nuestro cuerpo.
Evangelio del día
Lectura del santo
evangelio según san Mateo
Aquel
día, salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a El tanta gente que
tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la
orilla. Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino;
vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso,
donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida;
pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otra cayó
entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio
fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta. El que tenga oídos, que oiga».
Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: «Por qué les hablas en
parábolas?».
Él les contestó: «A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías: “Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure”. Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron. Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador: si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la
acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto
viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe. Lo
sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de
la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril. Lo
sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese
da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno».
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