jueves, 15 de octubre de 2015

Cáritas Parroquial participa en el mes de la Poesía en Guadix




La poesía es un arma cargada de futuro

Gabriel Celaya decía que la poesía “son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos” y qué razón tenía.
En octubre en Guadix se celebra el Mes de la Poesía y ayer las mujeres que participan en el curso de economía doméstica de Cáritas Diocesana en la parroquia de Santa Ana, se pusieron el verso por montera y nos demostraron que la capacidad de sentir, de luchar, de reír,  de gritar, de amar a los demás y ser amado no les es ajena. Este año pensamos que el barrio podía ser el protagonista en la radio, queríamos que los vecinos se acercaran a las ondas y nos leyeran un poema. No queríamos que las voces fueran las de siempre, tendrían que sorprender al oyente, hacer que la lectura de un poema no fuera algo reservado a las minorías.



Cuando se lo contamos a Cáritas Parroquial nos acogieron (cómo acogen a tantos), nos abrieron sus puertas (cómo se las abren a tantos) y nos pusieron en contacto con el grupo de mujeres con las que habitualmente trabajan en este curso. El primer contacto fue ya un descubrimiento. Paqui, la primera en llegar, me dijo que a ella le gustaba mucho cantar aunque le daba un poco de vergüenza. Escuchamos juntas en el móvil la versión que Luz Casal había hecho del poema que ella iba a leer, Negra sombra de Rosalía de Castro.

 Entre verso y verso, Paqui iba desgranando y contando algunas cosas de su vida, tan difícil a veces y tan plena siempre. Al ratito fueron apareciendo las demás: la abuela Antonia, Charo Hernández, Mª Carmen Expósito, la madre Antonia, Charo Cortés y la recién llegada de Cataluña Mª Carmen.  
 La sala se llenó de risas y de anécdotas, de sus preocupaciones cotidianas (¿qué pongo hoy en la mesa? ¿cómo pago los libros del colegio? ¿llegaré al recibo de la luz?) escondidas cuando su mirada y su mente abandonaban la sala un momento, de sus temores por hacerlo bien. 
Antonia me decía que a ella le gustaba mucho el Camarón, pero cuando le enseñé la letra de La leyenda del tiempo de García Lorca que cantó Camarón de la Isla no la reconoció. La cantamos juntas y ya si, entonces todo era más fácil. Era su gente quien ponía voz a las palabras de aquellos tan lejanos. Nos despedimos hasta la tarde, en Cope Guadix nos esperaban para grabar.



Al llegar a la emisora todos estábamos nerviosos, para todos era nuevo lo que iba a pasar esa tarde, estrenábamos palabras nuevas. Por la mañana habíamos pactado que ellas leerían unas estrofas y yo otras, pero, una vez más, les salió su afán por sobreponerse a la vida, por luchar y hacerse valer ante otra dificultad y decidieron leer todos los poemas ellas solas. Se fueron creciendo ante el micrófono con los cascos puestos, con sus hijos al lado (¿con quién los iban a dejar?). Y le pusieron voz a las palabras de Nicolás Guillén, de Gabriel Celaya, de Rosalía de Castro, de García Lorca, de Miguel Hernández,… El estudio se llenó de magia, de risas, de nervios, de amor, de solidaridad, de añoranza,.. ¡Nunca un poeta soñó estar en mejores labios!


Por fin he entendido esa palabra que está tan de moda: empoderamiento. Efectivamente, aquello era la adquisición de poder e independencia por parte de un grupo social desfavorecido para mejorar su situación.
Desde aquí, quiero reconocer, en primer lugar, a Cáritas de Santa Ana su labor y su firme creencia en el género humano que me ha permitido palpar la generosidad de este grupo de voluntarios, como diría Antonio Machado “son, en el buen sentido de la palabra, buenos”. Y, para ellas y para sus hijos, solo existe una palabra: GRACIAS. 

Decía Celaya que la poesía es un arma cargada de futuro. Siempre será así en tanto que haya almas cargadas de esperanza y de fe en un futuro mejor.

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