Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio
Moisés habló al pueblo diciendo: «Recuerda todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto, para afligirte, para probarte y conocer lo que hay en tu corazón: si observas sus preceptos o no.
Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con
el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para hacerte reconocer
que no solo de pan vive el hombre, sino que vive de todo cuanto sale de la boca
de Dios.
No olvides al Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto,
de la casa de esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y
terrible, con serpientes abrasadoras y alacranes, un sequedal sin una gota de
agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el
desierto con un maná que no conocían tus padres».
Salmo
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén
Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sion. Que ha
reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
R/.
Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él
envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R/.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los Corintios
Hermanos:
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí: «Cómo puede este darnos a comer su
carne?». Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis
la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en
el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El
que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que
vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come
vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros
padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
No hay comentarios:
Publicar un comentario