jueves, 16 de abril de 2020

Hermanos y Hermanas. Amigos todos.


Permitidme que iniciada ya la Pascua vuelva a entrar en vuestras casas para saludaros en el nombre del Señor Resucitado:

! Paz a vosotros !

La dificultad que estamos padeciendo estos días para no perder el ritmo de la celebración, cuando sentimos sobre todo no poder recibir al Señor en la Eucaristía, se ha querido compensar en bastantes casas con algunas celebraciones sencillas pero con mucho sentido y creatividad con la lectura de la Palabra De Dios y la oración en familia. Muchos han puesto su pequeño altar en el salón, presidiendo en la mesa la Sagrada Biblia, el crucifijo y algunos signos, como un pequeño cirio que nos recuerda la Vigilia Pascual.




Estos últimos días de la Cuaresma y de la Semana Santa han sido días de atención sincera a la celebración de la Muerte y Resurrección del Señor. Y por qué no decirlo de tristeza. Nunca nos vimos así, la mayoría, viviendo una Semana Santa tan extraña. Pero, llegados a este momento en que nos encontramos, la Octava de Pascua, quiero comunicaros que ahora, en estos cincuenta días de la Pascua vivimos en la Iglesia el “tiempo fuerte” por excelencia, celebrado como si fuera un solo día, como UN GRAN DOMINGO. Por tanto, continuemos acrecentando el esfuerzo por hacer presente en la casa la alegría y el júbilo por la Resurrección del Señor.

Ambientad el salón de la casa y no abandonéis la oración en familia, sobre todo el Domingo, con las lecturas correspondientes.                   Es verdad que nada podrá suplir la presencia real de Cristo Resucitado en la Eucaristía que tanto añoramos, pero no ignoremos que la presencia real del Señor adquiere formas diversas, porque Él se hace presente en nosotros por su Espíritu. Por ejemplo “donde dos o más nos reunimos en su nombre”.      

Y, aunque seguiré en contacto con vosotros por medio de este Blog, quiero ahora recordar el significado tan grande que tiene estos días pascuales el agua, que nos recuerda el Bautismo y la RENOVACIÓN de las Promesas Bautismales que no hemos podido hacer todavía este año al no celebrar la Vigilia Pascual.

Os sugiero que en esa mesa adornada que tenéis como altar en el salón pongáis un recipiente adornado con agua, para recordar con los hijos el día de vuestro Bautismo, y examinar en silencio nuestra vida Cristiana. Puede ser una buena preparación para la renovación solemne de las Promesas que haremos en la Iglesia cuando Dios quiera, y rezad juntos el Credo.

Os deseo siempre lo mejor. Que el Señor os bendiga. Un abrazo a todos.

Vuestro párroco,

Juan Sáez.

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