Permitidme que iniciada ya
la Pascua vuelva a entrar en vuestras casas para saludaros en el nombre del
Señor Resucitado:
!
Paz a vosotros !
La dificultad que estamos
padeciendo estos días para no perder el ritmo de la celebración, cuando
sentimos sobre todo no poder recibir al Señor en la Eucaristía, se ha querido
compensar en bastantes casas con algunas celebraciones sencillas pero con mucho
sentido y creatividad con la lectura de la Palabra De Dios y la oración en
familia. Muchos han puesto su pequeño altar en el salón, presidiendo en la mesa
la Sagrada Biblia, el crucifijo y algunos signos, como un pequeño cirio que nos
recuerda la Vigilia Pascual.
Estos últimos días de la
Cuaresma y de la Semana Santa han sido días de atención sincera a la
celebración de la Muerte y Resurrección del Señor. Y por qué no decirlo de
tristeza. Nunca nos vimos así, la mayoría, viviendo una Semana Santa tan
extraña. Pero, llegados a este momento en que nos encontramos, la Octava de
Pascua, quiero comunicaros que ahora, en estos cincuenta días de la Pascua
vivimos en la Iglesia el “tiempo fuerte” por excelencia, celebrado como si
fuera un solo día, como UN GRAN DOMINGO. Por tanto, continuemos acrecentando el
esfuerzo por hacer presente en la casa la alegría y el júbilo por la
Resurrección del Señor.
Ambientad el salón de la
casa y no abandonéis la oración en familia, sobre todo el Domingo, con las
lecturas correspondientes.
Es verdad que nada podrá suplir la presencia real de Cristo Resucitado en
la Eucaristía que tanto añoramos, pero no ignoremos que la presencia real del
Señor adquiere formas diversas, porque Él se hace presente en nosotros por su
Espíritu. Por ejemplo “donde dos o más nos reunimos en su nombre”.
Y, aunque seguiré en
contacto con vosotros por medio de este Blog, quiero ahora recordar el
significado tan grande que tiene estos días pascuales el agua, que nos recuerda
el Bautismo y la RENOVACIÓN de las Promesas Bautismales que no hemos podido
hacer todavía este año al no celebrar la Vigilia Pascual.
Os sugiero que en esa mesa
adornada que tenéis como altar en el salón pongáis un recipiente adornado con
agua, para recordar con los hijos el día de vuestro Bautismo, y examinar en
silencio nuestra vida Cristiana. Puede ser una buena preparación para la
renovación solemne de las Promesas que haremos en la Iglesia cuando Dios
quiera, y rezad juntos el Credo.
Os deseo siempre lo mejor.
Que el Señor os bendiga. Un abrazo a todos.
Vuestro párroco,
Juan Sáez.
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