viernes, 10 de abril de 2020



Sábado Santo
Lucernario Pascual-Bautismal

En un lugar adecuado de la casa congregados se pone un cirio que se mantiene apagado hasta que la celebración indique su encendido.

INTRODUCCIÓN
 Guía:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén

MONICIÓN INICIAL
 Lector:

En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la vida, la Iglesia invita a sus hijos a que se reúnan para velar en oración. Si recordamos así la Pascua del Señor, escuchando su palabra, podremos esperar tener parte en su triunfo sobre la muerte y vivir con Él en Dios.

BENDICIÓN Y ENCENDIDO DEL CIRIO
 Ahora se coge el cirio y se graba una cruz inscribiendo el año en curso y las letras griegas Ἁ y Ὡ.

Después de enciende.

 
Guía:

Te ofrecemos, Señor, la figura de este brillante cirio, encendido con el fuego divino, por el cual tú mandaste, según tu voluntad, que fuese creada toda la materia.

Y al ofrecértelo, lo encendemos con nuestras indignas manos, rogando a tu bondad que, con el soplo de tu Espíritu Santo, que en otro tiempo apareció en figura de fuego brillante y ardiente dando a los corazones de tus Apóstoles el don de lenguas, te dignes bendecirlo y santificarlo.

Y, así como este potente cirio mata con su penetrante luz las tinieblas de la noche, y resplandece ante los ojos de tu devotísimo pueblo, así también nosotros, llenos de la luz de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, brillemos interiormente y borrada la oscuridad de nuestros pecados, persevere en nosotros la luz de la fe sobrenatural.

Todos: Amén.

Todos: La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.



PREGÓN PASCUAL
Guía:
 Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, y por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación.
Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del Rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y, derramando su sangre, canceló el recibo del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.
Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.
Ésta es la noche en que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y son agregados a los santos.
Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!

¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes.
¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!
En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino de alabanza que la santa Iglesia te ofrece por medio de sus ministros en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas.
Te rogarnos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre, arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche.
Y, como ofrenda agradable, se asocie a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso y es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS
Lector: Del libro del Génesis         Gn 1, 1. 26-31a
Todos: Demos gracias a Dios

Lector:   AL PRINCIPIO creó Dios el cielo y la tierra. Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra». Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Dios los bendijo; y les dijo Dios: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».


Y dijo Dios: «Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira». Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
Todos: Amén

Guía:
OH, Dios,

que admirablemente creaste al hombre

y de modo más admirable aún lo redimiste:
concédenos resistir sabiamente

a los atractivos del pecado
para alcanzar la eterna alegría.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén

Lector:  Del libro del Éxodo                                 Ex 14, 15 – 15,1a

Todos: Demos gracias a Dios

Lector:                          

EN AQUELLOS DÍAS, el Señor dijo a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. 1Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar, por lo seco. Yo haré que los egipcios se obstinen y entren detrás de vosotros, y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus jinetes. Así sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón, de sus carros y de sus jinetes». Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube, que iba delante de ellos, se desplazó y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran aproximarse el uno al otro. Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor hizo retirarse el mar con un fuerte viento del este que sopló toda la noche; el mar se secó y se dividieron las aguas. Los hijos de Israel entraron en medio del mar, en lo seco, y las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Losegipcios los persiguieron y entraron tras ellos, en medio del mar: todos los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes. Era ya la vigilia matutina cuando el Señor miró desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios y sembró el pánico en el ejército egipcio. Trabó las ruedas de sus carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios dijeron: «Huyamos ante Israel, porque el Señor lucha por él contra Egipto». Luego dijo el Señor a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes». Moisés extendió su mano sobre el mar; y al despuntar el día el mar recobró su estado natural, de modo que los egipcios, en su huida, toparon con las aguas. Así precipitó el Señor a los egipcios en medio del mar. Las aguas volvieron y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del faraón, que había entrado en el mar. Ni uno solo se salvó. Mas los hijos de Israel pasaron en seco por medio del mar, mientras las aguas hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel del poder de Egipto, e Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Vio, pues, Israel la mano potente que el Señor había desplegado contra los egipcios, y temió el pueblo al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este canto al Señor:

Todos: «Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. 
          Mi fuerza y mi poder es el Señor,

Él fue mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero, su nombre es “El Señor”.
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras.

Tu diestra, Señor, es magnífica en poder, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.

Tu gran majestad destruye al adversario,
arde tu furor y los devora como paja.

Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas, las corrientes se alzaron como un dique, las olas se cuajaron en el mar.

Decía el enemigo: “Los perseguiré y alcanzaré, repartiré el botín, se saciará mi codicia, empuñaré la espada, los agarrará mi mano”. Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar, se hundieron como plomo en las aguas formidables.

¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos, temible por tus proezas, autor de maravillas? Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra; guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado, los llevaste con tu poder hasta tu santa morada. Lo oyeron los pueblos y temblaron,
el terror se apoderó de los habitantes de Filistea.

Se turbaron los príncipes de Edón, los jefes de Moab se estremecieron, flaquearon todos los habitantes de Canaán. Espanto y pavor los asaltaron, la grandeza de tu brazo los dejó petrificados, mientras pasaba tu pueblo, Señor, mientras pasaba el pueblo que adquiriste.

Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás».


 Guía:
TAMBIÉN ahora, Señor,

vemos brillar tus antiguas maravillas
y, lo mismo que en otro tiempo
manifestabas tu poder
al librar a un solo pueblo
de la persecución del Faraón,
hoy aseguras la salvación
de todas las naciones,

haciéndolas renacer por las aguas del bautismo; te pedimos que los hombres

del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén

Lector: Del libro del profeta Isaías                 Is 55, 1-11
Todos: Demos gracias a Dios
Lector:
       ESTO DICE EL SEÑOR: oíd, sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y de balde, vino y leche. ¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad vuestro oído, venid a mí: | escuchadme y viviréis. Sellaré
con vosotros una alianza perpetua, las misericordias firmes hechas a David: lo hice mi testigo para los pueblos, guía y soberano de naciones. Tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; porque el Señor tu Dios, el Santo de Israel te glorifica.


Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca. Que el malvado abandone su camino, y el malhechor sus planes; que se convierta al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Porque mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos —oráculo del Señor—.

Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los vuestros, y mis planes de vuestros planes. Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo.
Todos: Amén
Guía:
DIOS todopoderoso y eterno,

esperanza única del mundo,

que anunciaste por la voz de tus profetas los misterios de los tiempos presentes, atiende complacido los deseos de tu pueblo, porque ninguno de tus fieles puede progresar en virtud

sin la inspiración de tu gracia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén

CANTO DEL ALELUYA
Guía:
Con gozo y alegría entonados el Aleluya.
R/. Aleluya, Aleluya, Aleluya.
Lector:
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. R/.


EVANGELIO
Lector:  Del Evangelio según san Mateo    Mt 28, 1-10
                PASADO EL SÁBADO, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos.

El ángel habló a las mujeres: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado». Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Palabra del Señor.
Todos: Gloria a ti, Señor Jesús
Se puede hacer ahora un canto de aleluya o gloria.

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO
Guía:

Por el Misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por eso ahora renovemos las promesas bautismales que en otro tiempo hicieron por nosotros nuestros padres y padrinos.

Todos:

Renuncio al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios; a todas las seducciones del mal para que no domine en mí el pecado; a Satanás, padre y príncipe del pecado.
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creado del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucito de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre.
Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna.

Guía: Este es nuestra fe, la fe de la Iglesia que nos gloriamos en profesar.

 P ETICIONES
Guía: Por medio de Jesucristo, el Seño, resucitado de la muerte por el poder del Espíritu Santo, dirigimos en esta santa noche nuestras súplicas al Padre.


Lector:

Por todos los que, reunidos en asamblea por todo el mundo, renuevan esta noche su adhesión a Cristo Jesús, roguemos al Señor.

Por los catecúmenos que, iluminados con la luz de Cristo, se incorporan esta noche a la Iglesia por los sacramentos de la iniciación cristiana, roguemos al Señor.

Por el Papa, por nuestro Obispo, por todos los obispos, sacerdotes, diáconos y demás ministros de la Iglesia, roguemos al Señor.

Por el rey, por el gobierno de nuestro país, por los gobernantes de todos los pueblos y naciones, roguemos al Señor.

Por toda la humanidad que, rescatada en Cristo de la muerte, todavía sufre en la espera de su plena liberación, roguemos al Señor.

Por nosotros que, renacidos del agua y del Espíritu, nos disponemos a participar en el banquete de la Pascua y queremos vivir en plenitud el misterio pascual, roguemos al Señor.

Se puede añadir alguna petición mas que se desee

Todos: Padre Nuestro

ORACIÓN FINAL

Guía:

OH, Dios, que has iluminado esta
noche santísima con la gloria de la resurrección del Señor,
aviva en tu Iglesia el espíritu de la adopción filial,
para que, renovados en cuerpos y alma, 
nos entreguemos plenamente a tu servicio. 
Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.
CONCLUSIÓN
Guía:
Que os bendiga Dios todopoderoso en la solemnidad pascual que hoy celebramos y, compasivo, os defienda de toda asechanza del pecado. ¡Aleluya!, ¡Aleluya!

Todos: Demos gracias a Dios. ¡Aleluya!, ¡Aleluya!


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