martes, 7 de abril de 2020


Jueves Santo

 Memoria de la Cena del Señor y Lavatorio de Pies
INTRODUCCIÓN

 Guía: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.

MONICIÓN INICIAL


Guía: Como los primeros discípulos, reunidos con Jesús en el cenáculo la tarde de la víspera de la Pasión, así también nosotros nos hemos congregado aquí esta tarde memorable para recordarle a él, haciendo el mismo gesto del lavatorio de los pies.



El mismo Señor se hace presente, se sienta a nuestro lado “toma una toalla, y se pone a lavarnos los pies diciéndonos: «lo que he hecho yo contigo también haz tú con tus hermanos»”.

LECTURA DEL  EVANGELIO

 Guía: Con atención escuchemos la Palabra de Dios.


 Lector: Del Evangelio según san Juan.            Jn 13, 1-15

             ANTES DE LA FIESTA de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.



Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.



Llegó a Simón Pedro y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».



Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

 Palabra del Señor.

 Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

 Se hace un momento de silencio reflexivo.

 Uno de los presentes puede decir:



Esta acción de Cristo de lavar los pies a sus discípulos es también para nosotros un ejemplo de lo que ha de ser nuestra vida. De ahí el mandato: «Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» . Por una parte, experimentamos la necesidad de que el Señor nos purifique cada día, y vemos que, si no nos resistimos, como intenta Pedro, él lo hace con su palabra, con sus sacramentos, especialmente en la penitencia, donde se nos perdonan los pecados.



También en este gesto del Lavatorio se reconoce toda la vida de Cristo. Es un resumen de lo que ha venido a hacer a la tierra y que tiene su punto culminante en su Pasión. Con su amor, que le lleva al derramamiento de la sangre, el Señor nos purifica y nos capacita para participar del banquete de la Eucaristía, que es anticipo del convite eterno. Como dijo Benedicto XVI: “En los sacramentos, el Señor se arrodilla siempre ante nuestros pies y nos purifica”.



Por eso cada vez que comulgamos, que comemos el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía, aprendemos el servicio hacia los demás que nos enseña Jesús, quien, como acabamos de escuchar en el Evangelio, quiere levantarse del altar para dársenos en la comunión y, a través de nosotros, seguir llegando a los hombres para darles la salvación.

Se hace un momento de silencio reflexivo.
SALMODIA RESPONSORIAL

 Guía: Ahora con el salmista respondamos con gozo a la Palabra de Dios escuchada y meditada, para pedir su perdón, alabarlo, darle gracias y ponernos en sus manos de Padre.

 R./ Donde hay caridad hay amor, allí está el Señor.

 Salmo 115, 12-13.15-19
 ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor. R./
 Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. R./
 Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando el nombre del Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. R./

GESTO DEL LAVATORIO DE LOS PIES

Guía:



Ahora imitando la acción de Cristo con sus discípulos y obedeciendo a su mandado: “…hacerlo también con vuestros hermanos”. Vamos a realizar el gesto de lavarnos los unos a los otros pidiendo el perdón de Dios y perdonándonos los unos a los otros.

 Cogemos una jofaina con toalla y vamos lavándonos las manos, o quien lo prefiera un pie, pasando la jofaina. Para respetar las normas sanitarias por la epidemia se debería preparar una toalla para cada uno o papel secante desechable. Mientras se recitan estas antífonas.

 Lector: El Señor, después de levantarse de la cena, echó agua en la jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos. Este fue el ejemplo que les dejo.
 Lector: El Señor, Jesús, después de haber cenado con sus discípulos, les lavó los pies y les dijo: «¿Comprendéis lo que yo, Señor y Maestro, he hecho con vosotros? Os he dado ejemplo para que vosotros también lo hagáis».
 Lector: Señor, ¿lavarme los pies tú a mí? Jesús le contesto: «Si no te lavo los pies, no tienes parte conmigo».
Lector: Si yo, vuestro Señor y Maestro, os he lavado los pies, cuánto más vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.
Lector: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros»
Lector: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado, dice el Señor.
Lector: Permanezca en vosotros la fe, la esperanza, el amor, estas tres: la más grande es el amor.

ORACIÓN DE PETICIÓN

 Guía:



Oremos a Dios Padre que, en Jesucristo, su Hijo, nos ha amado hasta el extremo y nos dio el mandamiento nuevo.

 Lector:

    Por la Iglesia, cuerpo de Cristo, para que guarde la unidad en la caridad, que quiso para ella Jesucristo, y así el mundo crea. Roguemos al Señor.

   Por el papa Francisco, nuestro obispo Ángel, los presbíteros, los diáconos y todos los que ejercen algún ministerio en la Iglesia; para que su vida sea siempre, a imagen de Cristo, servicio y entrega a sus hermanos. Roguemos al Señor.

   Por la unión de los cristianos de oriente y occidente, para que encontremos la unidad en la Cena del Señor. Roguemos al Señor.

       Por los gobernantes de todas las naciones, para que sirvan a sus pueblos

    Por nosotros, reunidos en este cenáculo, nuestra casa, para que, siguiendo el ejemplo de Cristo, vivamos la urgencia del mandamiento nuevo de amar a todos, incluso a los que nos quieren mal. Roguemos al Señor.



Se pueden incluir alguna intención particular.

 PADRE NUESTRO

 Guía:



Habiendo sido participes del mandamiento nuevo del amor, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:

 Todos: Padre nuestro…

 ORACIÓN FINAL

 Guía:

OH, Dios



al celebrar la Cena santísima

en la que tu Unigénito,

cuando iba a entregarse a la muerte,



confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno y el banquete de su amor, te pedimos alcanzar, de tan gran misterio,

la plenitud de caridad y de vida.

Por Jesucristo nuestro Señor.

 Todos: Amén.

 Guía: (mientras todos hacen la señal de la cruz)

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

 Todos: Amén.



















No hay comentarios:

Publicar un comentario